Pásele a lo calientito, le va a gustar…
Se ha despertado sin saber dónde se encuentra y lo único que puede notar, sin abrir los ojos, es que tiene un dolor adentro que, de manera insoportable, se extiende hacia el exterior entumeciendo todos y cada uno de los miembros que componen su, ahora, insoportable cuerpo. Hace calor también, pero prestando un poco de atención, se da cuenta de que el frío que tiene dentro agudiza el dolor, cala los huesos y escoce los órganos. Se siente solo.
Aún con los ojos cerrados, trata de recordar cómo llegó a ese lugar pero sin mucho éxito… todo se torna nuboso en su mente, sólo consigue imágenes desordenadas conformadas con caras de gente sin ojos, sin nariz, sin boca. Su brazo se mueve de pronto de manera involuntaria y sólo puede sentir dolor. Respira profundo para controlarlo y también involuntaria una pequeña gota salada recorre el camino del lagrimal al interior de su oreja izquierda; quema, pero en realidad está casi cristalizada por lo helada que está.
De pronto comienza a prestar atención a los sonidos que hay cerca y logra distinguir sólo gritos parecidos a lamentos, algunos otros parecidos a reclamos, nada concreto, no distingue palabras, sólo gritos. También hay otros ruidos desordenados parecidos a acordes de instrumentos que no puede descifrar; que se callen por favor, quiero silencio, todo lastima.
Ahora, entre la maraña de recuerdos, ruidos y gritos, comienza a formarse una imagen en su cabeza. La imagen de una chica, casi una niña; podría tener 12 años, tal vez 20, tal vez 15, pero no logra distinguirlo porque ella no tiene ojos ni boca aún. Él deja de preocuparse por la edad, eso no importa, lo que le interesa recordar es quién es ella. Cree sentir que ella es la clave, tal vez si la encontrara, ella podría explicarle cómo llegó hasta ahí.
Sólo quiere dormir, pero tal vez no pueda, porque ahora tiene la sensación de que hay alguien detrás de él. Extraño, porque se encuentra recostado boca arriba. Haciendo un gran esfuerzo debido al dolor que le ocaciona cualquier tipo de movimiento, logra acostarse sobre su lado derecho. La sensación de que hay alguien detrás se agudiza y justo cuando comienza a entenderlo se da cuenta de que ese alguien tiene un brazo rodeando su torso. Él se asusta, pero no quiere moverse, sabe que le dolería.
Siente el calor proveniente del ser que lo abraza, pero tan intenso que resulta insoportable. Quiere gritar, quiere moverse, pero sabe que si lo hace le dolerá. Trata de calmarse y de ignorar la mano que tiene en el pecho porque es importante seguir pensando. Recuerda. Hay más gente, casi todas figuras femeninas sin partes; a algunas les faltan las manos, a otras, las piernas. Muchas otras no tienen ojos, o nariz, o bocas, incluso ha visto a algunas sin orejas, sabe que en algún momento ha estado con ellas, les ha hablado, pero ahora tiene la sensación de no conocerlas… se ven raras sin las partes faltantes. Tristemente se da cuenta de que por el momento no podrá recordar quienes son… y con el infierno rodeándolo, no quiere hacerlo. Sería la muerte.
Por fin, luego de esperar sin moverse lo que a él le pareció una eternidad, decide tratar de abrir los ojos. Comienza a hacerlo animado por la idea de que habrá luz por lo que logra percibir a través de sus párpados… pero no es así. Fuera todo está en penumbra, todo se ve gris, monocromático; pareciera estar dentro de una película antigua. Se da cuenta de que está recostado casi en el piso sobre algo que parece ser una cama en ruinas, en el centro de una habitación no muy grande, no muy pequeña, bastante polvosa y con muy pocos muebles. Por fin logra mirar la mano y antebrazo que lo mantienen casi apresado, parecen muertos pero muy a su pesar están asquerosamente vivos.
Trata de levantarse: primero mover un brazo, luego otro; el ser que lo abraza pesa demasiado, como una bolsa cargada de piedras. Se incorpora, pesadamente, dolorosamente, logrando sentarse sobre uno de sus muslos, el calor y el dolor insoportables hacen que sude provocando que gotas de sudor rueden desde su frente hasta el cuello. Se siente mojado, incómodo y piensa que es como tener un resfriado espantoso con fiebre. ¿Cómo carajos me metí en esto?
Intenta ponerse en pie y las piernas le tiemblan, no puede hacerlo, se siente debil. Sabe que no quiere permanecer en ese lugar, el calor lo sofoca al grado de casi no poder respirar y además, el ser que lo aprisiona no deja de presionar el abrazo, sabe que es fuerte y que tal vez no soltará tan fácilmente.
De pronto, para su sorpresa, la chica borrosa del recuerdo entra por una ventana, camina hacia él y luego lo rodea, observándolo con sus ojos sin ojos. No dice nada, no hace nada, sólo camina en círculos. Justo cuando él intenta formular una pregunta en su borrosa mente, ella huye atravezando una puerta. Él intenta correr detrás, pero no logra moverse con facilidad y además, sigue tristemente sentado; todo duele. La ha perdido de vista pero quiere hablar con ella angustiosamente. El no poder seguirla ocaciona que él se sienta mucho peor de lo que ya se siente y además comienza a invadirlo una especie de aprehensión culpable que le presiona el pecho, mucho más que la mano que lo abraza.
Quiere gritar, pero no puede y sólo logra articular una especie de gemido reprimido…